MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

Por: p. Antonio Maroño, SSP

El beato Santiago Alberione, Fundador de la Familia Paulina, ha querido colocar a la Santísima Virgen, juntamente con Cristo y san Pablo, en el mismo centro de la espiritualidad de sus diez instituciones. A Cristo lo considera como Maestro Camino, Verdad y Vida; a san Pablo, como el más grande misionero de todos los tiempos; y a la Santísima Virgen como Reina de los Apóstoles.

En sus numerosos escritos marianos, homilías, meditaciones, ciclos de conferencias ha diseñado con gran riqueza de matices el qué y el porqué de María Reina de los Apóstoles. Afirma que se la puede considerar como tal, en primer lugar, por razón de su divina maternidad y por su íntima participación en la misión de Jesús desde el pesebre de Belén hasta la cumbre del Calvario y, en segundo lugar, porque todos los prodigios y dones, las virtudes naturales y sobrenaturales concedidas a los demás apóstoles se encuentran en María en grado eminente. Por estas razones, María es apóstol por naturaleza, esencialmente. Porque vive para dar a Jesús a las almas, para cumplir la función de mediadora, de distribuidora de la gracia.

Pero, además, María es Reina de los apóstoles, para el beato Alberione, en el plano de la acción por tres razones:

  1. Porque realizó un apostolado que abarca todos los apostolados: los demás apóstoles, por razón de sus diversas limitaciones, realizan apostolados parciales. María, en cambio, los cumple todos.
  2. María es Reina de los apóstoles porque llama, acompaña, defiende y protege a los apóstoles. Ningún apóstol se sustrae de sus premuras de madre.
  3. María es Reina de los apóstoles porque su apostolado es el más alto y sublime. Nunca será igualado ni superado por la misión de otros apóstoles. Ella dio al mundo a Jesús de manera eminente: con su ser y con su obrar.

En una de sus obras más emblemáticas (Ut Perfectus sit Homo Dei,I, pp. 275-276), el beato Santiago Alberione se refiere a seis de los apostolados que la Santísima Virgen, Reina de los Apóstoles, realizó de manera ejemplar:

  • el apostolado de la vida interior;
  • el apostolado de la oración;
  • el apostolado del buen ejemplo:
  • el apostolado del sufrimiento;
  • el apostolado de la palabra;
  • el apostolado de la acción.

Pero es significativo que el mismo beato Santiago Alberione, a pesar de todas las razones que aporta para fundamentar y demostrar que María es Madre, Maestra y Reina de los apóstoles, afirma que lo es, en última instancia, por dos razones:

  1. Porque antes de reina ha sido modelo perfecto y ejemplo consumado de esclava de Dios, como así se proclama en el momento de la anunciación;
  2. Porque ella ha sido, antes de nada, discípula de Jesús, desde Belén hasta el Calvario, acompañando y sosteniendo en todo momento a su divino Hijo en toda su trayectoria mesiánica.