OS HE DADO EJEMPLO: SERVIR ES REINAR

El conocimiento empírico, como muy bien sabemos, se basa en la observación y la experimentación de la persona, la que necesita la interacción con objetos o personas para un debido aprendizaje. Sin embargo, aunque es de gran utilidad, este método no nos proporciona las herramientas necesarias para discernir lo que de verdad es bueno. En este mismo ámbito, pero, se encuentra el ejemplo y el ejemplo para el cristiano se traduce en testimonio.

El testimonio va más allá de algún discurso en el que se quiera hacer apología de una situación o persona, que también es válido, pero viene a presentarse como ilustración de una vida digna de imitar, con virtudes que sobrepasan cualquier defecto que se pueda poseer, aunque si ya es digno de imitar, defectos se podrán tener pocos.

Hay un canto de Gen Verde propio de la celebración del Jueves Santo: “Servir es reinar”. Está inspirado en los textos evangélicos en los que Jesús propone el servicio como medio de santificación y exaltación. “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9,35); “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir” (Mt 20,28) y que tiene su culminación en la última noche, la noche del amor en la que el mismo Jesús se entrega como verdadera comida.

San Pablo, en la Carta a los corintios relata lo que ya en muchas de sus cartas había referido: “Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido”. El apóstol habla de la transmisión de un testimonio, y reseña que la petición de Jesús al final es repetir las acciones y palabras que él ha hecho y dicho en el momento de la cena. Es en esta misma escena que el evangelista Juan relata un momento que hoy tiene gran significado para nosotros, pero que para la época se trataba de un gesto de hospitalidad entre los judíos: el lavatorio de los pies.

Son, precisamente, las palabras que Jesús pronuncia al final de este gesto las que llenan de significado a esta escena: “os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”. Ante todo, porque la acción se produce no al inicio de la cena, como podría estar previsto, sino en medio, como punto central -tomando en cuenta que el evangelista no tiene un pasaje propio de las palabras de institución de la Eucaristía en la última cena- y, cómo el mismo Jesús es quien lava los pies, siendo él mismo el Maestro y Señor.

En el acto, la resistencia de uno de sus discípulos, Pedro, es la ocasión precisa para dar una explicación más acertada. Se trata del abajamiento de Jesús en el momento culmen de su vida. Sus últimos momentos son la manifestación más fuerte de su misión en la tierra, la predicación de un reino de servicio a los demás, porque servir no le quita autoridad, al contrario, la reafirma es el Padre quien le había dado el poder de hacer, inclusive el de servir y lavar los pies.

Jesús, en ningún momento deja de lado su condición de Señor, pero lo pone al mismo nivel del de Maestro, como aquel que enseña, que da ejemplo, que testimonia ante los demás. El coro del canto de Gen verde al que hemos hecho referencia antes, inicia con una petición “Haz que aprendamos, Señor, de ti”.

Que esa sea nuestra motivación en la vida, no solo en este Triduo Pascual que hoy iniciamos, sino en nuestra vida de cristianos, pues la satisfacción de servir es el mayor gesto de nobleza en el mundo, de esa manera, podremos dar ejemplo a aquellos que vienen detrás de nosotros, haciendo a la sociedad en la que vivimos, un poco más justa y llena de paz, transmitiendo la fe en Cristo, el rey que vino a servir a los demás como medio para instaurar su reino en la tierra.