San José

SAN JOSÉ Y LOS DISCÍPULOS DEL DIVINO MAESTRO

Por Hermano Pepe Pedregosa
Discípulo del Divino Maestro

El Beato Santiago Alberione escogió a San José como protector y modelo de los Discípulos del Divino Maestro, que es como se llama a los hermanos laicos en la Sociedad de San Pablo. Siempre me he preguntado acerca del porqué de esta elección.

La clave la da el propio Alberione en la obra Ut Perfectus Sit (IV, 190): “Asumir un nombre o elegir un determinado protector significa: tener un ejemplo que imitar, un espíritu para vivir, un santo para las gracias particulares necesarias en la vida”.

Detengámonos en las dos primeras afirmaciones: “un ejemplo que imitar, un espíritu para vivir”, e intentemos descubrir algunas de las cualidades de San José que puedan ayudarnos en nuestro caminar diario.

San José era un hombre de obediencia. Lo cual significa que era un hombre atento a la voluntad de Dios, obediente a su Palabra, sobre todo porque estaba abierto a la misma y siempre atento para escuchar la “voz” de Dios. Dicha obediencia nacía del amor, desde la fe y la confianza en Dios.

Unida a esta obediencia y para poder acoger y llevar a la práctica la Palabra de Dios, otra de sus características era la de ser un hombre de silencio y reflexión. Silencio que le ayudó a escuchar la voz de Dios, como decíamos más arriba y reflexión que le llevó a desvivirse por Jesús y María. Siempre atento a las necesidades que pudieran tener, en Belén, en la huida a Egipto, en Nazaret. Esto le llevó a ser una persona dotada de una gran valentía creativa, tal como nos apunta el Papa Francisco en su carta Patris Corde. San José, enfrentándose a los problemas que iban surgiendo en su vida, se las ingenió poniendo toda la carne en el asador y transformando los problemas en oportunidades para que se cumpliera la voluntad de Dios.

San José fue el reflejo o espejo de la ternura y el amor del Padre para Jesús y para todos nosotros. Un Padre tierno, amoroso, acogedor, misericordioso. Un Padre que es capaz de entregar a su propio Hijo para salvar a la humanidad.

De San José ha de aprender el Discípulo del Divino Maestro precisamente estas características o cualidades, pues ser discípulo indica precisamente que está en continuo periodo de aprendizaje y en nuestro caso, como en el de san José, “aprendiendo de Alguien que es la sabiduría, la verdad y el camino, Jesucristo”.

Los hermanos Discípulos, tratando de vivir el espíritu de san José, y junto a los sacerdotes de la Sociedad de San Pablo, están llamado a ser colaboradores de la redención y la salvación de la humanidad en el vasto mundo de la comunicación.