PADRE SANTIAGO ALBERIONE, HOMBRE DE COMUNICACIÓN
*Hno. Darlei Zanon
El 28 de junio de 1969, el Papa Pablo VI concedió al P. Santiago Alberione la cruz “Pro Ecclesia et Pontifice”, declarando que “dio a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para dar fuerza y amplitud a su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de validez y posibilidad de su misión en el mundo moderno y con los medios modernos”. El reconocimiento de Pablo VI expresaba la gratitud de toda la Iglesia por la obra de evangelización del Fundador de la Familia Paulina que, poco después, sería llamado al Cielo el 26 de noviembre de 1971.
De hecho, el beato Santiago Alberione dio a la Iglesia el impulso fundamental para abrazar los medios de comunicación social como obra de apostolado y evangelización. Anticipó en más de medio siglo lo que el Concilio Vaticano II acogió mediante el decreto Inter Mirifica, como instrumentos eficaces para “elevar y enriquecer el espíritu, y también para difundir y consolidar el Reino de Dios” (IM n. 2). Alberione contribuyó decisivamente a cambiar la mentalidad de la Iglesia, promoviendo no solo nuevos medios, sino también nuevos lenguajes, nuevos métodos, nuevas estrategias de evangelización, que serían aprobadas, ensalzadas y establecidas por el Vaticano II como un deber para toda la Iglesia.
Esta “obra monumental”, usando la expresión del propio Pablo VI, nació precisamente en Alba, en 1914, con un pequeño grupo de jóvenes. Sin embargo, ya en sus orígenes tenía unos objetivos muy concretos, que respondían a una necesidad pastoral así expresada por el P. Alberione: “El mundo necesita una nueva, larga y profunda evangelización. El trabajo es inmenso. Se necesitan medios proporcionados y almas encendidas de fe. Los medios adecuados solo pueden proporcionarlo la prensa, y los apóstoles ardientes no pueden ser otros sino la juventud” (UCBS, 20 de agosto de 1926). Iniciaba así el “apostolado de las ediciones”, una nueva forma de evangelización, predicación y pastoral. No se trataba simplemente de otra buena iniciativa de buena prensa, sino de una nueva forma de predicación concretizada a través de la «escritura», que tiene la misma dignidad y valor que la «predicación oral».
Para un nativo digital del 2021, parece obvio decir que la comunicación no es simplemente un instrumento, sino una verdadera cultura y ambiente de vida. Sin embargo, hace 100 años, el pensamiento era muy diferente y no fueron pocos los desafíos a superar. El mundo estaba atravesando un período de grandes transformaciones, particularmente ideológicas, y ricas en innovaciones técnicas. También fue un período de contradicciones, en el que las diócesis se miraban en la obligación de tener sus propias publicaciones (por ejemplo, la Gazzeta d’Alba, fundada en 1882) y, al mismo tiempo, los católicos, incluidos los clérigos, tenían restringido el acceso a ciertas lecturas y formas de comunicación.
El P. Alberione responde creativamente a los signos de los tiempos y convoca un “ejército de escritores” para realizar su intuición carismática: “Como la predicación oral, la predicación escrita o impresa también difunde la Palabra de Dios, multiplicándola para hacerla llegar, precisamente, en todas partes, incluso donde la palabra no llega” (de las Actas de la Causa de Beatificación).
El padre Alberione, hombre de Dios, se convierte así en “hombre de comunicación”: tipógrafo, escritor, publicista, editor, locutor, director, actor, maestro, artista … Alberione puso en marcha editoriales (San Paolo y SAIE), publicaciones periódicas ( 23 en total, incluyendo Vida Pastoral, fundada en 1913, y Familia Cristiana en 1931), productora cinematográfica (San Paolo Film), discográficas, emisoras de radio y televisión, numerosas librerías y otras iniciativas ahora presentes en 65 países. La sistematización de su proyecto de “nueva evangelización” se describe en el manual Apostolado de la Prensa (1933), marco teológico y espiritual para llevar a cabo la acción apostólica con los “medios más rápidos y eficaces”. En poco tiempo, este manual pasó a llamarse Apostolado de la Edición (1944) y finalmente Apostolado de las Ediciones (1950), abarcando así todos los medios de comunicación.
El concepto de “editor” es, de hecho, fundamental para comprender la obra del P. Alberione y las innovaciones que introdujo en la Iglesia. Su visión va más allá de la concepción de la comunicación instrumental y escrita para abarcar todas las formas de comunicación: técnica, social, multimedial, pero también la comunicación entendida como diálogo, relación, comunión con Dios y con los demás, hasta llegar hoy a lo digital. El mismo Alberione nos explica este concepto: “Con el término ‘edición’ no nos referimos a un libro: nos referimos a otras cosas. La palabra edición tiene muchas aplicaciones: edición de periódicos, edición de quienes preparan el guion de alguna película o para un programa de televisión, quienes preparan material para comunicar a través de la radio. “Nobis edidit Salvatorem”, dice la liturgia. La Virgen María nos dio al Salvador. Usa el verbo «edidit». La edición incluye el concepto artístico, el estudio para producir un objeto tanto litúrgico como artístico. También abarca el trabajo de las hermanas que se están preparando para hacer catecismo para niños y luego realmente, con caridad, explicarlo”. (Predicaciones, 1957).
Editar, del latín «edit», significa «dar a luz», transformar o dar vida a algo. Comunicador o “editor católico” es, pues, aquel que ofrece el Evangelio en nuevas formas y lenguajes, que traduce su encuentro con Cristo en palabras, textos, imágenes, sonidos, videos, bytes e iniciativas donde todos los lenguajes están al servicio de inculturación del Evangelio con y en comunicación. Él es quien, como María, da el Salvador al mundo. Para el P. Alberione y todos sus hijos e hijas, la comunicación, incluida la digital, no es una profesión, pero coincide con el clima de testimonio del Evangelio. De esta manera podemos comprender mejor la fecundidad del Beato Alberione que, además de la Pía Sociedad de San Pablo, fundó 4 Congregaciones femeninas, 4 Institutos de vida secular y una asociación de laicos: 10 ramas que brotan de un tronco común, el de la comunicación, y que se nutren de la Palabra y de la Eucaristía; 10 cuerdas que resuenan en armonía para anunciar el Evangelio; 10 expresiones diferentes del proyecto único de “vivir y dar al mundo a Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida, en la cultura de la comunicación”.
La herencia dejada por el P. Alberione, que se torna el corazón del carisma paulino, es el compromiso de traducir la experiencia personal y comunitaria de Cristo en un libro, un artículo para un periódico o revista, en un programa de radio o televisión, en un directo o publicación en las redes sociales, en música, imagen o video; pero también en la creación artística y la liturgia -la expresión más profunda de comunicación- o en las relaciones personales y en las actividades de la vida cotidiana y parroquial.
En el 50 aniversario de la muerte del beato Santiago Alberione, es bueno recordar su ejemplo de entrega a Cristo y a la evangelización. Es una forma de reafirmar la importancia de la presencia y el compromiso de la Iglesia en el cada vez más amplio y complejo fenómeno de la comunicación, que hoy se convierte en un entorno híbrido y existencial. Partiendo del ejemplo del P. Alberione y de San Pablo -que siempre lo inspiró- también nosotros estamos invitados a ser instrumentos de evangelización para comunicar hoy el Evangelio por todos los medios y en todas las circunstancias, con entusiasmo, creatividad, profesionalismo, compromiso y autenticidad.
*El hermano Darlei es discípulo del Divino Maestro, Consejero General en Roma.