HOY ES SAN JOSÉ

La figura de san José ha sido resaltada durante siglos como el santo del silencio, pues en los Evangelios nunca se puede escuchar su voz, solo alguno de sus pensamientos, pero no más allá. Los episodios que narran la infancia de Jesús, el casto esposo de María actúo como sabio y prudente protector de su familia, un modelo de padre y conyugue, así como incansable trabajador.

Para el primer maestro, Santiago Alberione, este santo no estuvo alejado de todas estas imágenes y solía tenerle especial devoción. Fijándonos en la las oraciones a san José que el Fundador dejó a la Familia Paulina, podemos esbozar un breve retrato y percibir quién era san José para Santiago Alberione. De tal manera que, el primer miércoles del mes, don Alberione nos pide acogernos a su intercesión y pedirle siempre “protección para la Iglesia universal, asistencia para cada uno de nosotros, una buena muerte para cuantos fallezcan durante el mes, y providencia en todas las necesidades” (libro de oraciones de la Familia Paulina).

En la coronita dedicada a San José, es presentado, en primer lugar, como fiel colaborador de Dios en la obra de redención, convirtiéndose en un fiel instrumento al servicio de la obra de Dios, contribuyendo principalmente en la formación de Jesús; en segundo lugar, como modelo de todas las virtudes, resaltando el amor y el trabajo; de aquí que, como tercer punto sea considerado como el modelo de todos los trabajadores, amigo de los pobres, consolador de los afligidos y emigrantes y de aquellos que trabajan en la construcción del Reino.

En cuarto lugar, san José es también el padre adoptivo de Jesús y, como tal, se puede intuir la comunicación que pudo haber tenido con Jesús, el amor paternal que pudo profesarle y, ofrecerle un modelo de hombre de bien. En quinto lugar, san José es el esposo de la virgen María, participando con ella en la misión del plan salvífico de Dios, participando en sus penas y alegrías. Ciertamente no tenemos muchos datos sobre la san José y su vida, pero don Alberione lo considera también, en sexto lugar como el protector de los agonizantes y finalmente como el patrono de la Iglesia universal.

Ahora bien, en el libro cuarto de Ut perfectus sit homo Dei, No. 190, podemos leer que él ha sido el primer santo después de la Virgen María, el primer colaborador en la obra de redención después de María. Ha sido el santo del silencio, del trabajo y de la docilidad, siendo siempre fiel y obediente, de tal manera que el camino seguido por san José dice y expresa mejor que los razonamientos qué espíritu tiene el discípulo de Cristo.

Todas estas características de san José han hecho, también, que el padre Alberione le haya confiado la protección de los hermanos “Discípulos del Divino Maestro”, quienes con su apostolado contribuyen a la difusión del Evangelio con los medios más rápidos y eficaces que el talento humano pueda proporcionar.