EL PRECIO DE UNA NUEVA FLORACIÓN
*Giulia Antonazzo, Ap
Se desperdician muchas, demasiadas palabras, hacemos tanto, muchísimo ruido.
Si puedo decir una cosa que creo, sería solo un poco de silencio.
(Fiorella Manoia).
He querido iniciar con la letra de esta canción, para recordarnos que hoy es un “día de silencio”. Hoy no hay palabras, o más bien no se necesitan, solo una tumba vacía que pide ser mirada en silencio. Pero, ¿cómo guardar silencio en un mundo lleno de ruido, lleno de todo, de información, de un afán perenne por estar al día de las últimas novedades? La de hoy es la Noticia tras los acontecimientos de la pasión y muerte de Jesús: un gran silencio y una sensación de desierto que nos echa en cara la necesidad, hoy, de buscar a Dios en los precipicios de los propios miedos.
Pero el desierto es el lugar donde podemos recuperar el valor. Hoy es el día de hacer desierto en tu ciudad, en tu hogar, desierto en tu corazón. Hacer silencio en tu caos. Frente a la muerte, aquella con la que estamos continuamente en contacto, los “porqués de la vida” que surgen espontáneamente, casi obligados, nos abren caminos de verdad, caminos que conducen a las respuestas más profundas. Hoy, más que nunca, nos damos cuenta de que no basta “el camino del cómo”, sino que necesitamos el “camino del sentido”; esto es lo único que realmente necesitamos, sin sentido, de hecho, la nuestra es una vida llena de tanto, pero llena de “nada”.
El silencio, pues, es central en la vida de cada uno para discernir, para elegir lo útil de lo accesorio; el silencio te impulsa a cambiar tu forma de pensar. Silencio y Escucha, hoy, son las coordenadas para encontrar tu interioridad en un mundo en continuo y perenne frenesí. El silencio y la escucha son la materia prima que dan forma a un hombre y a una mujer: sólo cuando callas y escuchas, incluso cuando te sientes más solo, dentro de la tierra más solitaria que eres, te sientes habitado. Y en tu interior te descubres, te encuentras uno, todo entero.
Considera la realidad en la que vives, tu familia, tu trabajo, hasta las cuentas que tienes que pagar… no puedes despegarte de todo, de todo esto, a través de todo esto, Dios te habla y te conduce (Carlo Carretto).
Hoy, Cristo, después del silencio por el que ha pasado, viene a recogernos donde estemos.
Hoy, «la oscura experiencia del Sábado Santo es el precio con el que se paga el florecimiento de una nueva primavera de esperanza, de aquella primavera que fue ‘canonizada en el jardín de Lisieux’: ‘¿no es, tal vez, el comienzo de una nueva creación? Encanto del Sábado Santo… ¡Gruta profunda de donde brota el río de la vida!”. Leyendo tantos pasajes, donde se retoma este tema, se vislumbra una pobreza, una soledad, una noche -que sucede a imagen de lo que sentía “el corazón del mundo”- que nos hace comprender cómo esta obra, que comunica alegría tan plena, debía ser concebida en este dolor” (De Lubac, paradoja y misterio de la Iglesia).
*Giulia es una hermana italiana del Instituto María Reina de los Apóstoles para las Vocaciones, apostolinas.