DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA FAMILIA PAULINA
EN EL 50 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL BEATO SANTIAGO ALBERIONE
Sala Clementina
Jueves, 25 de noviembre de 2021
Queridos hermanos y hermanas.
Os recibo juntos, con motivo de los cincuenta años de la muerte del beato Santiago Alberione, fundador de diversas Congregaciones religiosas, de los institutos de vida secular consagrada y de las agregaciones de laicos que forman la Familia Paulina. Agradezco al Superior General de la Sociedad de San Pablo que se ha hecho intérprete de todos vosotros.
Este aniversario es para la Iglesia, y en particular para vosotros, una ocasión propicia para hacer memoria de las grandes cosas obradas por el Espíritu Santo en y por el beato Alberione, y para reafirmar la importancia de su carisma en el contexto actual, en la perspectiva de la nueva evangelización. De hecho, con gran previsión vuestro Fundador supo captar para el siglo XX la exigencia de que la “Palabra de Dios corra” (cf. 2 Tes 3, 1) y se difunda utilizando y valorizando los instrumentos y lenguajes más eficaces ofrecidos por el progreso tecnológico.
La figura de este testimonio ejemplar de la Palabra nos aparece viva en el “retrato” que de él hizo San Pablo VI: «Humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre recogido en sus pensamientos, que van de la oración al trabajo, siempre atentos a escudriñar los “signos de los tiempos”, es decir, las formas más ingeniosas de llegar a las almas». Y proseguía el Papa: “Nuestro don Alberione ha dado a la Iglesia nuevas herramientas para expresarse, nuevos medios para dar vigor y amplitud a su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y posibilidad de su misión en el mundo moderno y con medios modernos” (Discurso a la Familia Paulina, 28 de junio de 1969).
Estas expresiones, queridos hermanos y hermanas, les conciernen individualmente y como familia religiosa. Les interpelan en la concreción de vuestra existencia como consagrados, que de la oración recibe la capacidad de escrutar los “signos de los tiempos” para adaptar los proyectos apostólicos a las situaciones y necesidades de los pueblos de hoy.
Don Alberione repetía a menudo que vuestro verdadero fundador es el apóstol Pablo. Siempre lo mostró como inspirador y padre, como modelo a imitar en la donación total al Señor Jesucristo y su Evangelio, dejándose llevar por su amor en el camino de la santificación. Y su intuición fuerte y clara fue que este camino es para vosotros el camino del apostolado, es decir, el servicio de los hermanos sedientos, quizás sin saberlo, de la luz y la alegría del Evangelio. Y es precisamente la pasión por el Evangelio. Pasión por el Evangelio, enfatizo esto. Porque el Evangelio no se puede vivir sin pasión. El Evangelio de solo palabras no funciona: el Evangelio viene del corazón, la pasión… Es precisamente la pasión por el Evangelio la que brilla en sus innumerables iniciativas apostólicas, animadas por la misma motivación y finalidad que encontramos en el Apóstol cuando escribe: “A pesar de ser libre, me he hecho siervo de todos para ganar el mayor número… Me hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para salvar a todos a cualquier costo. Todo lo hago por el evangelio, para compartirlo con ellos” (1 Co 9, 19-23).
Y es siempre San Pablo quien sugiere a vuestro Fundador la forma a través la cual el apostolado de vuestra familia religiosa, aunque diversificado, puede considerarse “único”, como lo es vuestra espiritualidad (cf. Ef 3, 10). Es en este sentido que todos vosotros sois, con pleno derecho, “Paulinos”, porque todos sois, espiritualmente, hijos e hijas de San Pablo, con una única tensión espiritual hacia Jesucristo, el Maestro, el Camino, la Verdad y el Vida. Y cada Congregación y cada Instituto Paulino contribuye a hacer su propia contribución particular al servicio de la evangelización. La Sociedad de San Pablo y las Hijas de San Pablo a través de la edición de libros, periódicos, multimedia y digital. Las Pías Discípulas del Divino Maestro a través del apostolado litúrgico, sacerdotal y eucarístico. Las Hermanas de Jesús Buen Pastor en la pastoral parroquial. Las hermanas del Instituto Reina de los Apóstoles con el apostolado vocacional, – ¡esto es lo que se necesita hoy! -. Y luego está la contribución específica de los institutos de vida secular consagrada: el Instituto de San Gabriel Arcángel; el Instituto María Santísima de la Anunciación; el Instituto Jesús Sacerdote y el Instituto Sagrada Familia. Los miembros de estos Institutos, así como los Cooperadores Paulinos, sirven al Evangelio sobre todo en diálogo con el mundo contemporáneo que es, en cierto modo la piedra angular de toda la espiritualidad paulina, en el cual, como laicos y seglares, están plenamente insertados.
Es cierto que la evolución tecnológica ha llevado a toda la comunidad eclesial a asumir los instrumentos modernos de comunicación como elementos de la pastoral ordinaria; sin embargo, es necesario todavía hoy –de hecho, diría cada vez más–, vuestra presencia, animada del carisma propio y enriquecida por la experiencia del trabajo “de campo”. Esto es decisivo.
En el contexto del camino sinodal que hemos emprendido, os pido que no falte vuestra contribución. Por eso os animo a trabajar juntos, en red, aportando cada uno lo “propio”, según el deseo del beato Alberione.
A cincuenta años de su nacimiento al Cielo, las celebraciones de vuestro Fundador os ofrecen la oportunidad de reconocer aún mejor el valor profético de su testimonio. Siguiendo su ejemplo y con su intercesión, también vosotros escoged los medios de comunicación como un “púlpito”, para que, como él mismo decía, se pueda dar a conocer a Jesucristo a los hombres de nuestro tiempo con los medios de nuestro tiempo. Os agradezco por el empeño con que trabajáis y, sobre todo, rezáis. No olvidéis la oración. Es el medio de comunicación más importante: comunicar allí [señala hacia arriba]. Si me comunico con todo el mundo y no con el Señor, la cosa no está bien. Trabajo y oración, de modo que el Pueblo santo de Dios se nutra siempre más de la Palabra de Dios. Buscando “en todo y con todo el corazón, en la vida y en el apostolado, solo y siempre, la gloria de Dios y la paz de los hombres” (Cf. Don Alberione, El Pacto de alianza).
Que María, Reina de los Apóstoles, os acompañe por las calles del mundo como apóstoles y apóstolas del Evangelio, siempre abiertos a “aprender de la gente común”, como aun amaba decir al don Alberione. Yo también os acompaño con mi oración y mi bendición. Y por favor, os pido rezar por mí. Gracias.
Papa Francisco
*Traducción del original en italiano.https://www.vatican.va/content/francesco/it/events/event.dir.html/content/vaticanevents/it/2021/11/25/famiglia-paolina.html