ADVIENTO: UNA NUEVA OPORTUNIDAD
Con al Adviento, se renueva la esperanza y renace la ilusión de una espera que apronta una de las fechas más esperadas en todo el mundo: la Navidad.
Lamentablemente, nos desesperamos tanto por que llegue la Navidad que muchas veces infravaloramos este tiempo que inaugura, de hecho, el calendario del año litúrgico.
Y es que estamos tan envueltos en la “tiranía del consumismo”, como nombrara un reconocido autor español, que nos dejamos deslumbrar (literalmente) por los colores y luces que abarrotan los comercios, y se nos olvida que, aunque la Navidad está cerca, el Adviento es la oportunidad perfecta para recomenzar y reiniciar un camino hacia la verdadera luz, aquella que un principio no fue recibida:
«Existía la luz verdadera, que con su venida a este mundo ilumina a todo hombre, y llegaba al mundo. Estaba en el mundo, el mundo fue hecho para él, y el mundo no lo conoció. Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron». (Jn 1, 10-12)
El adviento, que significa venida, nos prepara a la llegada del Salvador, el nacimiento del Mesías y la encarnación de la Palabra, es decir, al cumplimiento de las promesas.
En su triple finalidad, nos ayuda a recordar el pasado, es decir, a contemplar el nacimiento de Cristo en la historia, narrado por los Evangelios. Es esta lectura atenta la que nos hace vivir el presente con compromiso, a estar atentos y vigilantes siempre para poder preparar el futuro escatológico, en el que Cristo vendrá con gloria como se aclama al final del Apocalipsis: Maran-athá (Ven Señor).
Este año, ante las circunstancias que estamos viviendo, se hace más latente la necesidad de comprometernos a vivir un adviento que pueda corresponder a nuestros contextos, alejándonos del ruido ensordecedor de los comercios apabullantes y poder preparar una Navidad, no triste, al contrario; con un corazón verdaderamente renovado y con una esperanza aún más fuerte.
Para los paulinos, el inicio de este nuevo año litúrgico, está marcado por la apertura del Año Bíblico de la Familia Paulina que hemos comenzado el pasado 26 de noviembre en todo el mundo y que es una invitación a “renovarnos mediante la familiaridad, el estudio y la lectura orante de las Sagradas Escrituras, para vivir de la Palabra, de modo que ésta alcance a todos, especialmente las periferias existenciales y del pensamiento” y pueda ofrecer esperanza y consuelo en estos tiempos difíciles que atravesamos.
¡Buen Adviento!